viernes, 19 de agosto de 2011

El Papa en Cibeles


“Ésta es la juventud del Papa” es el cántico unánime que desde las 16.00 horas de este jueves tan especial para Madrid retumba en los cimientos de Cibeles, Recoletos, Alcalá y todas las calles adyacentes. La juventud del Papa que lleva, en algunos casos, desde el amanecer postrada en las calles centrales de la capital para no perderse ni un detalle de lo que a las 19.00 horas se convertirá en un momento histórico: el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón entrega las llaves de la ciudad por primera vez a Benedicto XVI, que en un gesto sin precedentes atraviesa la Puerta de Alcalá por uno de sus arcos y acompañado por jóvenes de todos los continentes.
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Esta juventud del Papa es Romy, Chantal o Elias Karam, todos llegados de Beirut (Líbano) junto a otras 77 personas y arrastrando el cansancio de unas prejornadas de experiencia jesuita (se llama Magis) en las que han convivido con otros 3.500 católicos. En este momento de 34 grados en la capital y miles de jóvenes apoltronados en cada rincón “huyen” buscando la mejor ubicación para ver a Su Santidad. De todas formas, consideran que el encuentro más emotivo llegará el sábado, en la vigilia de Cuatro Vientos, donde se espera un récord de asistentes dentro de una JMJ. En ésta su vigesimosexta edición.
Esta juventud del Papa viene también de todos los rincones de la geografía española. Como Israel Ortega y Jorge Santos, de 33 años y alicantinos ambos, quienes velan por que no se despierten sus bebés, que permanecen ajenos al revuelo exterior y duermen plácidamente en sus carritos. “Ser padre no significa no ser joven, y no te impide venir aquí”, dice Jorge, a lo que Israel asiente, aunque destaca que la principal diferencia con sus dos JMJ anteriores –París y Colonia- es que, precisamente, en aquellas “aún no había nacido la niña” y “el idioma, que en Madrid facilita mucho las cosas”.

Aguardan expectantes su mensaje

La juventud del Papa también sabe escucharle con atención. Porque las asturianas Beatriz Alfaro, Laura Carreras y Marta Romero, de 20, 21 y 23 años, acaban de aterrizar en la capital y se han venido directas hasta este punto. Se confiesan “muy emocionadas” por ver por primera vez al Pontífice, pero sobre todo anhelan sus palabras. Laura lo dice muy claro:“Queremos saber qué quiere el Papa de los jóvenes, porque sabemos que quiere algo, pero todavía no lo sabemos distinguir muy bien. Evidentemente, lo que sí sabemos es que somos el futuro de la Iglesia y que el lema de la JMJ lo dice también, quiere a jóvenes responsables, a jóvenes coherentes”.
Coherencia como otro grupo de más de 30 jóvenes del Papa venidos desde Villarreal (Castellón). David Luque y Vicente José Salas toman la palabra. “¿Os sentís en algún momento solos en vuestra práctica del catolicismo?”. La respuesta es que sí, pero ellos completan la frase buscando la nota positiva: “Tratamos de que nuestros amigos vean en nuestro ejemplo cómo vivimos la fe, por ejemplo, en las Pascuas”. “Este ambiente de baño de fe es indescriptible”, agregan.

A manguerazo limpio en la Puerta de Alcalá

Y es que la juventud del Papa está rugiendo en este corazón de Madrid con bailes, cánticos, banderas, sueltas de globo, y alegría desbordante. Rezuman alegría ante cada acelerón que da el “papamóvil” en el trayecto que une la Nunciatura Apostólica hasta Cibeles. Y agradecen también los cubos y manguerazos de agua con los que los vecinos de la calle Alcalá les hacen más llevadera la espera desde sus balcones.
Al que no parece incomodarle el calor es al hermano franciscano Juan Felipe, que ha llegado con otras 80 personas desde Barcelona, aunque su acento colombiano delata lo que al final confirma: es oriundo de Medellín. Congruente discurso emerge en contra de “los mercados y estados que caen, frente a Cristo que es una roca que necesitamos”, o cómo admira a este Papa bávaro porque es la unión de la “fe y la razón”. “Los hermanos franciscanos, que pueden continuar siendo sacerdotes o no, estudiamos en todo momento, porque tenemos que hacer razonable nuestra fe”, argumenta. Frente a las críticas por el dispendio público que conlleva la organización de la visita de Su Santidad, él se detiene en que “la mayor parte lo costean los que han venido” y, en cualquier caso, sin querer entrar en polémicas, se atiene a que “esta visita va a traer muchas cosas buenas para la Iglesia”. Se dice “contento” por ello. Y acaba: “La Iglesia tiene el depósito de la verdad, de siglos y siglos buscando el amor. Ella es el refugio” frente a lo que sucede “fuera”.
Esta juventud del Papa tampoco tiene color. Porque a la multiculturalidad mezclada en cada metro cuadrado de estas calles madrileñas, el ugandés de 35 años Ben Bocham, que practica el Periodismo en Radio Delta en su país, exhibe sus razones: “Esta JMJ sirve como inspiración para la humanidad, porque eso es Cristo, nuestra inspiración”. Demuestra su entusiasmo cristiano unido a la curiosidad de experimentar su “primera vez en Europa” y en Madrid, una ciudad que ya ama, dice, y a la que piensa retornar.
“Jesús es la razón de mi vida”, dicen los llegados de Júcar (Málaga) frente a un grupo de argentinos procedentes de Santa Fe (Adrián, de 31 años, Nancy, de 29, y Lorena, de 32), para quienes el ambiente de fe congregado en este lugar ha superado todas sus expectativas cuando reservaron el billete de avión directo a su estreno en una Jornada Mundial de la Juventud.

Bullicio y algarabía «estimulantes»

Sentado en un taburete traído desde su casa, Juan Palanco, de 44 años, acompaña a sus dos hijos y dos sobrinos. Ya estuvo en el Encuentro de Familias con el Papa en Valencia (2006), pero en esta ocasión y en su ciudad natal “es muy estimulante ver el sentir de los jóvenes católicos todos juntos” en este “jaleo”, bromea.
En medio de la algarabía que estalla cuando Benedicto XVI se dirige a ellos pidiéndoles, entre otras cosas, que contagien su fe a los no creyentes, otros hacen su agosto vendiendo botellas de agua y refrescos o sombreros de paja, como Pablo y Nacho, madrileños a los que el Papa no les interesa demasiado, salvo si consiguen hacer un dinero extra. “De todas formas, estamos vendiendo muy poco, porque los jóvenes vienen “pelaos””, aclaran. Solo carentes de dinero, puede, a tenor de lo que se ha visto en esta impresionante fiesta de bienvenida que le han brindado cientos de miles de almas a Su Santidad. Su juventud.

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