Queridos amigos:
Mi nombre es Jesús Vidal Chamorro y soy sacerdote secular. Fui ordenado por el Sr. Cardenal en mayo del 2004 y desde finales de septiembre, ha tenido la confianza de nombrarme Delegado Episcopal de Pastoral de Infancia y Juventud. Tal confianza ha sido para mí una gran alegría, pues siempre que recibimos una llamada de la Iglesia, es el Señor quien nos llama y nos dice: Ven, sígueme. Doy las gracias a D. Gregorio Roldán, a quien he sustituido en este ministerio por tanta ayuda y facilidades que me ha dado y por todo el camino recorrido. Ahora hemos de continuar y trabajar para que de fruto abundante con la gracia de Dios.
El nombramiento señala que la misión de la Delegación es “promover y coordinar en la diócesis las acciones más convenientes para procurar que los niños y los jóvenes tengan un encuentro personal con Jesucristo, viviendo en la Iglesia la experiencia de la fe”. A esta tarea, como colaborador con nuestro Arzobispo quiero dedicarme. Para esto será necesaria la ayuda de todos aquellos que trabajáis en el acompañamiento de los jóvenes y los niños: sacerdotes, religiosos y seglares.
Acompañar a los jóvenes en su encuentro con Cristo es una experiencia apasionante y mi poca experiencia me dice que somos nosotros, los que acompañamos a los jóvenes los que somos conducidos junto con ellos, delante del Señor. También sé que es una misión dura, que muchas veces no permite ver un fruto inmediato y puede llevarnos al desaliento. Confío plenamente en que Jesucristo es el primer interesado en acercarse a cada joven y proponerle la vida que Él ha venido a traer al mundo.
En el encuentro con los jóvenes argentinos en Río de Janeiro, el Papa Francisco les pidió 3 cosas: “hagan lío”; “cuiden los extremos”; “no licuen la fe”. Con ese lenguaje fresco y directo que caracteriza al Papa nos llama a no instalarnos en nuestras comodidades, sino a dejarnos alentar por el Espíritu Santo para llevar a cabo las iniciativas que Él suscite en nuestro corazón en este tiempo de Nueva Evangelización. Pero al mismo tiempo hemos de cuidar en los jóvenes que no se produzca una fractura entre generaciones. La fe es un tesoro recibido de la Iglesia de nuestros mayores y el deseo de caminar hacia adelante no ha de llevarnos a rupturas ilusorias ni puede hacernos olvidar de los que caminan más despacio. La Iglesia es un Pueblo guiado por Jesucristo que camina unido al ritmo del Espíritu Santo. Hemos de estar muy atentos, por tanto, a la comunión eclesial. Y esto nos conduce al tercer paso: sólo una fe íntegra en Jesucristo, Dios vivo y verdadero puede ser motor de la Nueva Evangelización. El niño y el joven tiene un corazón grande, que sólo la grandeza de la Vida dada por Jesucristo puede tocar.
Este curso será el momento, por tanto, de desarrollar acciones misioneras, tal y como se propone en el Plan Pastoral de este año: Servicio y testimonio de la verdad: Tareas pastorales siempre vivas. En relación con la pastoral juvenil, hemos de tener en cuenta el efecto en niños, adolescentes y jóvenes de la crisis cultural en la que nos encontramos. Es lo que ha sido dado en llamar por Benedicto XVI una verdadera “emergencia educativa”. La Misión Madrid en colegios y parroquias será una nueva ocasión para que los jóvenes que no conocen a Jesucristo puedan encontrarse con Él y para que los que ya le conocen, vean su fe arraigada por el anuncio del Salvador.
Desde la Delegación Episcopal de Pastoral de Infancia y Juventud, trataremos de que las diferentes propuestas que hagamos sean un lugar de comunión “para procurar que los niños y los jóvenes tengan un encuentro personal con Jesucristo, viviendo en la Iglesia la experiencia de la fe”. Cuento con vuestra oración y el amparo de Santa María de la Almudena, Nuestra Madre y Patrona, para que nos acompañe en esta misión.
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