domingo, 29 de noviembre de 2009

El cardenal de Madrid y la JMJ de Madrid 2011

Entrevista completa en http://www.religionconfidencial.com/

Después de Santiago, ahora Madrid. Usted es uno de los pocos obispos del mundo que acogerá una segunda Jornada Mundial de la Juventud.
Ciertamente. La JMJ del 2011 en Madrid se enmarca dentro de una larga historia de Jornadas Mundiales de la Juventud, que comienza el año 85 del último siglo y que tuvo su momento clave en la cuarta, la de Santiago de Compostela del 89, cuya organización me fue confiada como arzobispo entonces de la archidiócesis compostelana. “Santiago 1989” significó para las Jornadas, primero, su configuración espiritual y pastoral como forma y fórmula de búsqueda y de peregrinación hacia el corazón mismo de la experiencia cristiana: ¡hacia el encuentro con Jesucristo, Redentor del hombre!
Se trataba de vivir “la Jornada”, sirviéndose de la experiencia cristiana del Camino de Santiago, verdadero símbolo de la realidad de lo que es la vida del hombre en la historia: un camino hacia un destino eterno. Un “camino” representado en “el Camino de Santiago” para jóvenes de todo el mundo que acuden a Santiago peregrinando, es decir, buscando a Cristo a los pies del sepulcro apostólico de Santiago el Mayor. La JMJ 1989 de Santiago de Compostela suministró, además, el organigrama y el programa, que vertebran, todavía hoy, los actos y el desarrollo de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Desde la cita gozosa e inolvidable con Juan Pablo II en el Monte del Gozo compostelano, la impronta “jacobea” ha marcado profundamente el espíritu y el estilo de las JMJ. ¡Un modelo válido hasta este momento, a las puertas de la JMJ 2011 en Madrid!

¿Pero qué quedará después de este entusiasta encuentro?
La historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud enseña que no son simples acontecimientos, fulgurantes, pasajeros como fuegos de artificio pastorales y educativos que se apagan pronto, sino que se concatenan como momentos extraordinarios de la vida de la Iglesia en relación con sus jóvenes, en un marco de experiencia plena de sí misma: en cuanto católica y universal, con el Papa, su Pastor supremo, presidiéndolas. Las Jornadas Mundiales de la Juventud han contribuido, de forma excepcionalmente valiosa, a una acción evangelizadora de los jóvenes del mundo muy próxima, por una parte, a sus formas de vivir y de pensar, y, por otra, susceptibles de despertar formas y modos de compromiso cristiano, apostólicamente nuevos e intensos; sin olvidar lo que han significado para el renacer de nuevas generaciones de jóvenes sacerdotes, religiosos y consagrados, enamorados de su vocación, en los que la entrega a Cristo lo es todo. Su aportación a una nueva forma cristiana de estar en el mundo y en la sociedad, penetrada por la caridad de Cristo, ¡por su amor! ¡Por el amor! ha sido de extraordinario valor. “Las JMJ” han llevado mucha esperanza a muchas vidas jóvenes; ¡han abierto el horizonte de la verdadera esperanza a la juventud del mundo!

¿Y qué podrá aportar, en concreto, la de Madrid en 2011?
La JMJ Madrid 2011 se inscribe con acentos propios en la tarea de la evangelización del mundo de los jóvenes. Su lema marcará, sin duda alguna, el desarrollo de la misma. El ‘Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe’ nos recordará la historia católica de España, es decir: la historia de la intensa vida de la Iglesia y de la experiencia cristiana en el contexto general de la historia de España. Evocará aquellos grandes momentos en los que las figuras señeras de santos españoles han sido decisivas para la Iglesia de Jesucristo y su proyección misionera en el mundo. Por citar algunas de las más universales: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Francisco Javier… Y así, siglo tras siglo, hasta llegar al año 2003, a los cinco españoles canonizados en Madrid el 4 de mayo, por Juan Pablo II, en su última visita a España, que vivimos muchos como su despedida de la que él llamaba con emoción no contenida Tierra de María. La historia de la Iglesia en España es una prodigiosa historia de santidad nunca interrumpida, inexplicable sin ese hondo y tierno amor que le ha profesado el pueblo cristiano a la Santísima Virgen Inmaculada con una fidelidad admirable.
Hay dos aspectos de experiencia de vida eclesial que van a vivir los jóvenes en Madrid con especial intensidad: la de la figura del cristiano que se enamora de Cristo hasta lo más hondo de su persona, entregando su vida a “la misión” y llegando al martirio; y el testimonio de la honda y vasta catolicidad de la Iglesia: ¡la Iglesia es para todos los hombres, para la entera humanidad!
En estos momentos, en los que se han “globalizado”, tanto y también, la desilusión interior, el vacío espiritual y moral, sobre todo en el mundo juvenil europeo y americano, la JMJ va a significar un momento excepcional para la evangelización de las nuevas generaciones del tercer milenio, como le gustaba decir a Juan Pablo II: ¡para que alumbre en ellas una nueva esperanza!

¿Y cómo van a abordar el reto de toda JMJ de conseguir atraer a jóvenes de otros países?
El interés por las Jornadas ya casi no necesita grandes apoyos mediáticos ni logísticos, porque está latente en el corazón y en la conciencia de los jóvenes que viven la vida de la Iglesia con una cierta proximidad, e incluso de los que solamente la “rozan”. Hay una gran expectación en todo el mundo por la JMJ del 2011 en Madrid.
Su objetivo atrae por sí mismo: por la fuerza espiritual del mensaje que encierra para las vidas jóvenes. Se ofrece nada más y nada menos que vivir la experiencia de la Iglesia católica, como la experiencia de Cristo ofrecida y mostrada en toda su verdad; experiencia que transforma al que la vive y a todo lo que le rodea; que ilumina, sana, renueva y eleva a la persona y a la sociedad. Es la experiencia de la gran razón de existir, que no es otra que la Gloria de Dios.
Además de culminar la JMJ, ¿qué objetivos se propone en su actividad al frente de la Archidiócesis de Madrid para los próximos años?
Nuestra gran preocupación pastoral es la familia. Es nuestro objetivo en el Plan Pastoral Trienal 2008-2011. En el curso 2008/2009 hemos dado ya un primer paso, al recobrar y reactivar la conciencia de lo que significan el matrimonio y la familia a la luz de la fe cristiana, en cuanto núcleo y fundamento de la sociedad. En el presente curso nos proponemos conocerla mejor, apreciarla y vivirla como escuela primera de la sabiduría y de la gracia. Dentro de la familia crecen en sabiduría y gracia, muy especialmente, las nuevas generaciones. No basta que los jóvenes crezcan física, psicológica o profesionalmente; es fundamental para ellos y su futuro el crecimiento de su espíritu en la sabiduría que llena de la luz verdadera, que despeja las grandes cuestiones de la vida; en definitiva, la luz de Dios que ilumina su alma y el corazón. Es decir, deben crecer en el don del amor de Dios, que es el que hace posible que el hombre ame de verdad. Esta pastoral de la familia está estrechamente relacionada con la pastoral de la JMJ; se complementan mutuamente

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