jueves, 27 de octubre de 2011

Testimonio de una joven del MFC de Madrid en la JMJ



 
Gracias, gracias, gracias. Es lo que puedo decir tras esta impresionante Jornada Mundial de la Juventud. Gracias al Santo Padre, Benedicto XVI, por dar a España la oportunidad de comenzar la nueva evangelización a partir de la JMJ. Gracias a Juan Pablo II que nos regaló estas jornadas que hacen que los jóvenes que participamos en ellas vivamos la catolicidad de la Iglesia. Y gracias a mis padres que me han educado en la fe y que gracias a ellos asistí a mi primera JMJ con tal sólo 14 años.            La primera vez que oí hablar de la JMJ era todavía demasiado pequeña para asistir, tan sólo tenía 12 años, pero ya disfruté de ella a través del testimonio de mis hermanos que sí acudieron. Era la JMJ de Roma 2000. Por fin llegó para mí el momento de participar en este acontecimiento único con la JMJ de Toronto 2002. A pesar de mi corta edad pude asistir gracias a que mis padres estuvieron también. Esta Jornada significó para mi vida una reafirmación en la fe, pues conocer a tantos miles de jóvenes de todo el mundo con una misma fe en Cristo da la fuerza y el apoyo para seguir adelante. Mi segunda JMJ fue la de Colonia, en ella viví la experiencia de la acogida en familia. Fue algo muy significativo para mí, pues pertenezco al Movimiento Familiar Cristiano y, la verdad, es que es precioso el testimonio de las familias que acogen a los jóvenes que participamos de estas Jornadas.            Desde Colonia 2005 se comenzó a comentar que después de la JMJ de Sídney la siguiente se celebraría en Madrid. Todos los preparativos que se han llevado a cabo desde entonces han sido muchos y muy variados: desde la Misión Joven de Madrid, en la que conocí a mi futuro marido, hasta la acogida de la Cruzy el Icono de la Virgen. Nuestro Cardenal, don Antonio María Rouco Varela, nos ha estado preparando con mucho cariño para este gran acontecimiento.
 
            Yo quería ayudar de alguna manera en la JMJ de Madrid 2011 y, por ello, dentro del MFC animaba a los matrimonios y a los jóvenes a participar en ella. Aunque el momento más decisivo fue cuando tuve que decir “sí” a Mario para hacerme cargo de un polideportivo con 400 jóvenes. Fue una decisión atrevida pero con la confianza puesta en que el Señor nunca me iba a abandonar. Y así fue, nunca me abandonó durante ella. Así se hizo presente con la ayuda que me envió a través de un hombre que trabajaba propiamente en el polideportivo en el que estaba de responsable. Este “ángel” estaba de vacaciones durante la JMJ y venía diariamente a ayudarnos a poner orden quedándose hasta la noche para asegurarse de que todo estaba bien.            Con tanto trabajo y dedicación tan sólo pude participar de los actos centrales de la JMJ. A mí me daba pena no haber podido asistir al resto de actividades, pero no sabía que el Señor me tenía reservado un gran premio: comulgar de manos del Santo Padre. Tras la sobrecogedora Vigilia de Cuatro Vientos, en la que los diez minutos de rodillas adorando al Santísimo se me pasaron volando; iba a poder recibir a Cristo de manos del sucesor de Pedro. Fue un momento muy especial para mí porque todo el trabajo, esfuerzo y la dedicación habían merecido la pena. Había conseguido, gracias a la ayuda de Dios, que muchos jóvenes se encontrasen con Cristo y tuvieran la oportunidad de participar de la JMJ.            ¿Y tras la JMJ de Madrid qué? El próximo junio de 2012 me casaré con mi novio, Jorge, a quien Dios ha puesto en mi camino para formar una familia. Tomaremos como ejemplo a la Sagrada Familia y daremos testimonio de matrimonio joven católico, pues para Dios nada hay imposible

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