«Soy hija de un donante de esperma. Echo de menos a mi padre»
«Mi madre quería tener hijos, y lo intentaron desesperadamente. Al no conseguir quedarse embarazada, mis padres fueron al médico y éste diagnosticó infertilidad en mi padre, y sugirió la fecundación in vitro. Yo y mis dos hermanos somos el producto del primer banco oficial de esperma que se creó en Bélgica.
Siempre experimenté una cierta distancia con respecto a mi padre. De alguna manera, no conectábamos. Teníamos muy poco en común. Diferentes formas de ser, diferente sentido del humor, aunque mi amor por él era incondicional.
Descubrimos la verdad cuando teníamos 25 años. Fue una experiencia surrealista. Todo cambió ese día. Nuestros padres no nos lo dijeron; lo hizo un hermano nuestro, a cuya novia se lo había contado una tía nuestra.
Mi identidad resultó destrozada. Me di cuenta de que me había identificado toda mi vida con alguien con quien no estaba relacionada biológicamente. Era una verdad fundamental sobre mí que había sido ocultada por las dos personas a las que más quería. Fue demasiado para mí.
Todo esto tiene implicaciones para los niños, para sus padres, y también para los donantes. La mayoría de los hijos de donantes sufren en silencio, porque nadie se los toma en serio. Los médicos, pero también los padres, apenas se dan cuenta de que hay una tercera parte afectada. Borrar o ignorar su nombre no disminuye el hecho de que los hijos tienen una necesidad fundamental de conocer a esa persona. A veces se dice que ese niño ha sido muy deseado y querido. Si es así, ¿por qué se ignora intencionadamente esta necesidad?
La fecundación artificial niega a los niños la posibilidad de crecer y tener una relación significativa con sus padres biológicos. Se ha desarrollado debido al deseo desesperado de unos padres por tener hijos, y una industria que hace dinero con ello. Mienten cuando dicen a las parejas que el amor es todo lo que un niño necesita. Es horrible cuando alguien hace dinero gracias a la desesperación de otros.
La maternidad subrogada es algo a lo que recurren muchos famosos: Tyra Banks, Sarah Jessica Parker, Ricky Martin… Es otro modo de no querer aceptar que hay un límite en la búsqueda de la realización de los deseos personales. Fui a una feria de maternidad subrogada donde todo estaba a la venta: esperma, óvulos, madres de alquiler, selección genética… Solo hay que firmar un contrato y dar una orden de compra. Es un negocio que reduce las vidas humanas a un mero objeto. Es algo que debería estar prohibido, no solo regulado, porque se negocia con niños. ¿Qué será lo próximo: vender y comprar niños por Internet? No se puede decir que es una injusticia hacia las personas infértiles, solteras, lesbianas o gays, porque no se resuelve una injusticia creando otra injusticia mayor».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
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