Afirmó que Dios llama a que cada uno a seguirlo a través de un camino que implica optar «para siempre» para ser felices frente a una cultura actual niega que la juventud sea capaz de asumir responsabilidades o de amar de forma autentica.
«Hay quien dice que el matrimonio esta ‘pasado de moda’, en la cultura lo provisional, de lo relativo, muchos predican que es importante ‘disfrutar’ el momento, que no vale la pena comprometerse toda la vida, hacer opciones definitivas, ‘para siempre’, porque no se sabe lo que pasará mañana», explicó.
«Yo en cambio les pido que sean revolucionarios, que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen… yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y rezo por ustedes. ¡Atrévanse a ir contracorriente!, ¡atrévanse a ser felices!», les animó con energía.
Y luego preguntó: «¿Tendrán el valor de hacerlo?… ¿De verdad?» Encontrando un rotundo «sí», como en la vigilia del sábado pasado, de sus oyentes.
En su penúltimo discurso, antes de partir de Brasil, el Obispo de Roma fue constantemente interrumpido con aplausos por miles de voluntarios presentes en un pequeño evento de despedida donde les comentó que su labor le recordaba la misión de San Juan Bautista: «preparó el camino para el encuentro con Cristo».
En su breve intervención el Papa invitó a valorar el matrimonio, la vida religiosa y el sacerdocio, y colocando un ejemplo de su propia vida los motivó a no tener miedo a decir «sí» a Dios para la vocación a que sean llamados:
«Nunca olvidaré aquel 21 de septiembre –tenía 17 años– cuando, después de haber entrado en la iglesia de San José de Flores para confesarme, sentí por primera vez que Dios me llamaba. ¡No tengan miedo a lo que dios pide! Vale la pena decir sí a Dios. ¡En Él está la alegría!»
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