martes, 14 de septiembre de 2010

Otro gran testimonio del camino de Santiago


Me llamo Miguel Fernández, soy médico de familia y acabé la residencia en junio de este año. No es la primera vez que hago el camino de Santiago, ya lo hice también en el 2004. Pero esta experiencia ha sido indescriptible.

Llegó julio y cogí mis vacaciones, pero al contrario que otros médicos que se iban a la playa yo me fuí a hacer el camino de Santiago desde Asturias. Lo hicimos andando y algunos andamos más que otros. Digo esto porque mientras el resto de los jóvenes iban a un paso constante a mi me avisaban, vente a tal sitio que tenemos a una chica que le se encuentra mal. En fin que si el resto hicieron 250 km yo habré hecho 400 km.

El ambiente muy bueno, núnca pensé que me lo pasaría tan bien y eso que me sentía como un médico de pueblo con sus pacientes en movimiento, digo esto porque íbamos a Santiago más de 2000 jóvenes, que es como el número de pacientes asignados normalmente a un médico de cabecera. Lo que más me ha gustado ha sido el ambientazo que había, la gente compartia todo, desde sus caramelos para el camino a su vivencia del camino. Y al poder ayudar a los demás, ha sido una suerte. A veces pensaba lo contrario cuando estaba esperando a la ducha y me venían a preguntar por sus múltiples dolores de rodillas, tobillos...

El camino es duro, no tienes las comodidades de casa, duermes en el suelo, la ducha no es siempre de agua caliente y la comida no la puedes elegir. Visitas unos parajes preciosos y tienes la oportunidad de visitar e incluso dormir unos de los monasterios más bonitos de España. Este año coincidia en Santiago la Peregrinación Europea de Jóvenes con el año Santo Compostelano y era una fecha especial para hacerlo. Con otros jóvenes de otras partes de Europa. Es un momento especial cuando después de hacer todos los kilómetros andando llegas a la catedral y abrazas el Santo.

He vivido el camino como un proceso de cambio interior, de conversión, que ha sido poco a poco gradual, durante el camino y culminó cuando me confesé en Santiago y decidí darle un cambio radical en mi vida.

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