El Papa Benedicto XVI desveló ayer que los restos que se guardan en un sarcófago en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, pertenecen al Apóstol de los Gentiles. Ante varios miles de fieles y representantes del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla reunidos en la basílica, el Pontífice informó de que al sarcófago que se conserva bajo el altar mayor, y que jamás ha sido abierto en 2.000 años, se le hizo recientemente un pequeño agujero a través del cual se introdujo una sonda.
Ésta desveló la existencia en el interior de un precioso tejido de lino de color púrpura laminado en oro puro y otro de color azul con filamentos de lino, así como granos de incienso rojo y sustancias proteicas y calcáreas. También fueron hallados pequeños fragmentos óseos, que fueron sometidos a la prueba del Carbono 14 por «expertos que desconocían de dónde provenían y que dieron como resultado que pertenecían a una persona vivida entre el I y el II siglo», explicó el Santo Padre. «Todo parece confirmar la unánime e incontrastable tradición de que se trata de los restos mortales del apóstol Pablo, lo que nos llena de profunda emoción», afirmó.
Benedicto XVI hizo estas revelaciones con motivo de la clausura del Año Paulino, inaugurado el 28 de junio del año pasado con ocasión del 2.000 aniversario del nacimiento de San Pablo. El Pontífice recordó los innumerables escritos de Pablo de Tarso, entre ellos las Cartas a los Romanos, en las que habla del hombre nuevo, que debe ser, precisó el Papa, un hombre renovado, valeroso, con una fe adulta, «comprometido con la inviolabilidad de la vida humana desde el momento de la concepción y oponiéndose al principio de la violencia».
Por el contrario, explicó que el hombre viejo es aquel cuyo pensamiento sólo está en el tener, el bienestar, la influencia, el éxito, la fama, «todo demasiado limitado». Por lo tanto, Benedicto XVI manifestó la necesidad que tiene el mundo actual de hombres nuevos, para lograr un mundo mejor. «Forma parte de la fe adulta reconocer el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida, como ordenamiento del Creador y restablecido por Cristo», añadió el Obispo de Roma, que agregó que el «hombre nuevo no se deja arrastrar por cualquier corriente» ni por «los vientos de la moda».
Benedicto XVI ha querido clausurar el Año Paulino enviando a algunos cardenales a siete lugares relacionados con el apóstol. Así, a Damasco, la ciudad en la que Pablo de Tarso se convirtió, ha enviado al cardenal de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela. A Tierra Santa envió al cardenal Walter Kasper, a Malta, a Ennio Antonelli; a Chipre a Renato Martino y a Tarso (Turquía) a Jean Louis Tauran, entre otros, informa Efe.
Ayer se conoció también que el pasado 19 de junio los arqueólogos del Vaticano descubrieron mediante láser un fresco con la imagen más antigua de San Pablo, en las catacumbas de Santa Tecla, en Roma. El fresco data de finales del siglo IV dC. y en él aparece la cara de un hombre con una afilada barba negra y la frente arrugada en un fondo rojo, dentro de un brillante halo amarillo. El presidente del Consejo Pontificio para la Cultura señaló que dicho hallazgo es «un testimonio de los primeros siglos del cristianismo».
Ésta desveló la existencia en el interior de un precioso tejido de lino de color púrpura laminado en oro puro y otro de color azul con filamentos de lino, así como granos de incienso rojo y sustancias proteicas y calcáreas. También fueron hallados pequeños fragmentos óseos, que fueron sometidos a la prueba del Carbono 14 por «expertos que desconocían de dónde provenían y que dieron como resultado que pertenecían a una persona vivida entre el I y el II siglo», explicó el Santo Padre. «Todo parece confirmar la unánime e incontrastable tradición de que se trata de los restos mortales del apóstol Pablo, lo que nos llena de profunda emoción», afirmó.
Benedicto XVI hizo estas revelaciones con motivo de la clausura del Año Paulino, inaugurado el 28 de junio del año pasado con ocasión del 2.000 aniversario del nacimiento de San Pablo. El Pontífice recordó los innumerables escritos de Pablo de Tarso, entre ellos las Cartas a los Romanos, en las que habla del hombre nuevo, que debe ser, precisó el Papa, un hombre renovado, valeroso, con una fe adulta, «comprometido con la inviolabilidad de la vida humana desde el momento de la concepción y oponiéndose al principio de la violencia».
Por el contrario, explicó que el hombre viejo es aquel cuyo pensamiento sólo está en el tener, el bienestar, la influencia, el éxito, la fama, «todo demasiado limitado». Por lo tanto, Benedicto XVI manifestó la necesidad que tiene el mundo actual de hombres nuevos, para lograr un mundo mejor. «Forma parte de la fe adulta reconocer el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida, como ordenamiento del Creador y restablecido por Cristo», añadió el Obispo de Roma, que agregó que el «hombre nuevo no se deja arrastrar por cualquier corriente» ni por «los vientos de la moda».
Benedicto XVI ha querido clausurar el Año Paulino enviando a algunos cardenales a siete lugares relacionados con el apóstol. Así, a Damasco, la ciudad en la que Pablo de Tarso se convirtió, ha enviado al cardenal de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela. A Tierra Santa envió al cardenal Walter Kasper, a Malta, a Ennio Antonelli; a Chipre a Renato Martino y a Tarso (Turquía) a Jean Louis Tauran, entre otros, informa Efe.
Ayer se conoció también que el pasado 19 de junio los arqueólogos del Vaticano descubrieron mediante láser un fresco con la imagen más antigua de San Pablo, en las catacumbas de Santa Tecla, en Roma. El fresco data de finales del siglo IV dC. y en él aparece la cara de un hombre con una afilada barba negra y la frente arrugada en un fondo rojo, dentro de un brillante halo amarillo. El presidente del Consejo Pontificio para la Cultura señaló que dicho hallazgo es «un testimonio de los primeros siglos del cristianismo».
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