Es la abadesa del milagro. Nombrada recientemente superiora del monasterio de Nuestra Señora de la Ascensión, en Lerma (Burgos), la monja clarisa Verónica Berzosa -de 43 años, hermana de Raúl Berzosa, obispo auxiliar de Oviedo y actual administrador diocesano- ha significado para ese cenobio castellano un resurgimiento vocacional inédito en toda la vida contemplativa de Europa.
Influida por la vocación de su hermano, y ayudada por un sacerdote claretiano, ingresó a los 18 años en Lerma, un convento para el que no había vocaciones desde hacía 25 años, pero ella marcó un punto de inflexión. A los pocos años fue nombrada maestra de novicias, y hoy casi 140 religiosas forman la comunidad en el monasterio de la monumental villa cortesana burgalesa.
Influida por la vocación de su hermano, y ayudada por un sacerdote claretiano, ingresó a los 18 años en Lerma, un convento para el que no había vocaciones desde hacía 25 años, pero ella marcó un punto de inflexión. A los pocos años fue nombrada maestra de novicias, y hoy casi 140 religiosas forman la comunidad en el monasterio de la monumental villa cortesana burgalesa.
En la actualidad son tantas las clarisas de Lerma que el cenobio se desdoblará en breve. Unas 100 hermanas, las que están en formación -postulantes, novicias y junioras- se trasladarán al convento de La Aguilera, cerca de Aranda de Duero (Burgos) -localidad natal de los Berzosa-, a un antiguo convento franciscano en reconstrucción, donde yacen los restos de San Pedro Regalado, patrono de Valladolid y de los toreros. La vitalidad vocacional de Lerma se traduce en un dato: las que se trasladarán a La Aguilera son todas más jóvenes que Verónica Berzosa, que permanecerá en el convento matriz.
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