lunes, 26 de octubre de 2015

La Relatio final del Sínodo mantiene a salvo la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad



La Relatio final del Sínodo general sobre la Familia mantiene sin cambios la doctrina católica sobre las cuestiones más polémicas debatidas por los padres sinodales: No se admite que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Se afirma que no hay ningun fundamento para asimilar o establecer analogía alguna entre la unión homosexual y el matrimonio. Se ratifica la enseñanza de la Humanæ Vitæ contraria a la anticoncepción.
En relación a los divorciados vueltos a casar, la Relatio final indica que: æ
El camino de discernimiento y acompañamiento orienta a estos fieles a tomar conciencia de su situación ante Dios. El coloquio con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre lo que dificulta la posibilidad de una participación más plena en la vida de Iglesia y los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer.
Al mismo tiempo, el sínodo rechaza que haya alguna gradualidad en la ley de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio:
Teniendo en cuenta que la misma ley no hay gradualidad, este discernimiento no podrá nunca prescindir de las exigencias de la verdad y de la caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia. Para que esto suceda, se garantizan las condiciones necesarias de la humildad, la confianza, el amor a la Iglesia y su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y el deseo de lograr una respuesta más perfecta.

Rechazo del aborto y los anticonceptivos

El texto final del sínodo rafifica igualmente la doctrina católica sobre el aborto y los anticonceptivos, eliminando cualquer posibilidad de que la conciencia de los fieles pueda ir en contra de dicha enseñanza:
La elección de la paternidad responsable presupone la formación de la conciencia, que es "el núcleo más secreto y el sagrario, donde está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (GS, 16). Cuanto más trate la pareja de escuchar en su conciencia a Dios y sus mandamientos (cf. Rom 2:15), y sean acompañados espiritualmente, su decisión será más íntimamente libre de una arbitrariedad subjetiva y ajustada a las formas de comportamiento de su entorno. Por el bien de esta dignidad de la conciencia, la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las acciones de ejecución del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso el aborto. Se fomentará el uso de métodos basados ​​en «ciclos naturales de la fertilidad» (Humanae Vitae, 11). Se pondrán de relieve que «estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica» (Catecismo, 2370). Cabe destacar más que los niños son un regalo maravilloso de Dios, una alegría para los padres y para la Iglesia. A través de ellos el Señor renueva el mundo.

En contra del «matrimonio» homosexual

Los padres sinodales han sido claros a la hora de rechazar cualquier legislación que equipare, siquiera remotamente, a las uniones homosexuales con el «matrimonio».
En cuanto a las propuestas para equiparar al matrimonio las uniones entre personas homosexuales, “no hay fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotamente, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios para el matrimonio y la familia”. El Sínodo cree en todo caso totalmente inaceptable que las iglesias locales sufran presión en este asunto y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que establecen el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.

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