Como Cristo ama a su Iglesia
Con una larga experiencia en acompañamiento de novios, don Luis Melchor, párroco de Nuestra Señora de los Apóstoles, en Madrid, explica que «el auténtico objetivo del noviazgo no es el matrimonio, sino el discernimiento», y que «el amor de Cristo a la Iglesia es el modelo de toda relación matrimonial»
alfayomega.es
Una pareja de recién casados, en el Metro
de Roma, se dirige a la Audiencia con el Santo Padre
¿Qué significa ser novios? ¿A qué se va cuando se comienza una relación?
Es urgente recuperar la palabra novios. Muchas veces se sustituye por pareja, la chica con la que estoy, etc. Pero novio viene denuevo; es decir, que esa persona con la que estoy compartiendo mi vida tiene la capacidad de hacerlo todo nuevo. Alguien que empieza un noviazgo vive su rutina como siempre, pero hay algo distinto, algo que le hace vivir todo con una alegría diferente, con una fuerza que antes no estaba presente. El noviazgo es una época de discernimiento, un tiempo para ver si aquello que nació como una intuición se va convirtiendo en una certeza: que esa persona es la que Dios me ha regalado para que pueda experimentar la belleza de su amor. Por eso, el tiempo del noviazgo no se puede vivir superficialmente. Muchas veces creemos que el objetivo es el matrimonio, pero el auténtico objetivo es el discernimiento.
Muchos dicen: Nosotros no necesitamos un papel para saber que nos queremos...
Es verdad que no se necesita un papel para saber que hay amor. El amor es algo que se vive, no se puede encerrar en un contrato. Pero quien entienda así el matrimonio es que no ha descubierto qué es lo que sucede en el corazón cuando recibimos un Sacramento. Si miramos seriamente nuestras vidas, comprobamos que no podemos vivir al 100% cada instante de la vida. Por mucho que nos lo propongamos, hay momentos en los que nuestras fuerzas flaquean, nuestro amor pasa por momentos cálidos y momentos en los que se enfría, nuestras seguridades parece que se oscurecen... ¿Qué hacer entonces? Un papel no tiene la capacidad de dar respuesta a estas cuestiones, ni la convivencia antes del matrimonio nos posibilita eliminar estas dificultades. En este momento podemos reconocer lo que es en verdad el matrimonio: el Señor Jesús, al elevar el matrimonio a la categoría de sacramento, nos está brindando la posibilidad de asistirnos con su gracia, de restaurarnos con su amor, de hacer eternamente todas las cosas nuevas. Esto es lo que sucede en nuestro corazón cuando se recibe este sacramento. El matrimonio es para aquellos que quieren abrazar el proyecto de vida más alto y más bello que el hombre puede soñar.
¿Qué pinta Dios en una relación? ¿Qué supone casarse por la Iglesia?
No se trata de la guinda del pastel, sino de la levadura. Es Dios quien da fundamento y solidez a una relación esponsal. Además, Él mismo es el modelo de la vida matrimonial. A los matrimonios se les pide amarse como Cristo ama a su Iglesia, hasta dar la vida, hasta la última gota de sangre si es necesario. Quien quiera vivir intensamente su relación tiene la necesidad de mirarse en este espejo. Y, quien lo hace, como sin darse cuenta, se convierte en el mundo en el reflejo del amor de Dios.
¿Qué se puede hacer para mejorar la preparación al matrimonio?
Los cursillos prematrimoniales son el último paso en la preparación; a ellos se va con el discernimiento hecho. Son necesarias estructuras pastorales que acompañen a los novios en el proceso previo. En mi parroquia, por ejemplo, llevamos una Escuela de oración para novios y matrimonios. Los cristianos sabemos rezar personalmente, pero ¿cómo se reza en pareja? Así se ponen en juego todas las piezas: el hombre, la mujer y el Señor; y así se puede acompañar tanto el discernimiento de los novios como el crecimiento de la propia vocación de los matrimonios
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