La Beatificación de mártires en el Año de la fe, el próximo octubre, servirá para que se conozca mejor «este capítulo tan precioso de nuestra historia contemporánea», de los miles de mártires que murieron por fidelidad a Jesucristo, durante la persecución de los años 30 del siglo XX, dice el Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Juan Antonio Martínez Camino. «Tenemos un gran tesoro de santidad muy cercano, aunque poco conocido todavía». Pero el desconocimiento no es exclusivo de España. «La gran persecución violenta sufrida por los cristianos de todas las confesionesen el siglo XX, en todo el mundo, y en particular en Europa de 1917 a 1989, es una especie de tema tabú que ni siquiera aparece en los libros de Historia», denuncia
Monseñor Martínez Camino, en la presentación
de la beatificación de 498 mártires españoles,
que tuvo lulgar en Roma en 2007
¿Qué es esta Beatificación de mártires en el Año de la fe?
El próximo 13 de octubre, la Iglesia reconocerá oficialmente como mártires a unos quinientos hermanos nuestros que prefirieron morir antes que renegar de su fe y de su amor a Jesucristo. Será una solemne ceremonia que tendrá lugar en Tarragona, presidida por un representante del Papa, el cardenal Angelo Amato. Todos los que lo deseen, previa inscripción gratuita, podrán participar. Es una excelente ocasión para celebrar el Año de la fe. Porque, como reza el lema de esta gran fiesta, los mártires son firmes y valientes testigos de la fe que nos estimulan con su ejemplo y ayudan con su intercesión a vivir como verdaderos cristianos, llenos de esperanza.
¿Quiénes serán beatificados?
Conocemos ya el nombre y el rostro de 480 mártires de los que serán beatificados. Pertenecen a 29 Causas. Entre ellos, están tres obispos: el de Lérida, Salvio Huix; el de Jaén, Manuel Basulto; y el auxiliar de Tarragona, Manuel Borrás. La mayoría de estos mártires son religiosos y religiosas: dos grupos grandes de Hermanos de las Escuelas Cristianas y Hermanos Maristas; benedictinos de Montserrat y de Barbastro; capuchinos; Hijas de la Caridad, claretianos, mercedarios... Hay varias decenas de sacerdotes diocesanos de Tarragona, Ávila, Jaén y otras diócesis, y también algunos laicos. Pero todavía no está cerrado el número de los que serán beatificados, porque, si Dios quiere, dentro de poco serán publicados algunos Decretos de martirio más, con los que se completará el grupo. Esperamos tener en septiembre un libro con las fotografías y biografías de todos.
¿De dónde son los nuevos Beatos?
Son originarios de casi toda España. La mayoría fueron martirizados en Cataluña, Madrid, Valencia y Aragón. El mayor número de ellos había nacido también en Cataluña, pero casi otros tantos eran nativos de Castilla la Vieja, en concreto, de Burgos y Palencia. Pero los hay aragoneses, navarros, vascos, andaluces, valencianos y de prácticamente toda la geografía española. También hay algunos que no eran españoles, por ejemplo, algún Hermano marista francés.
¿Qué mensaje querría que le quedara a la sociedad española tras la beatificación de octubre?
Que tenemos un gran tesoro de santidad muy cercano, aunque poco conocido todavía. Un gran potencial de humanización. Los santos y Beatos mártires del siglo XX en España son figuras impresionantes. Son semillas de paz, como dice el himno que los canta. Ellos sabían que el amor de Dios vale más que la vida. Por eso, no dudaron en dar la vida perdonando a quienes los martirizaban. Son ejemplo eximio de amor a los enemigos. Nuestra sociedad los necesita: ejemplos e intercesores de paz espiritual y de reconciliación social.
Peregrinos españoles, en la Plaza de San Pedro,
durante la beatificación, en 2007, de 498 mártires
de los años 30 del siglo XX en España
¿Podría citar algún caso que le haya impactado especialmente?
Muchos. Pero si me pide alguno, puedo recordar el del joven sacerdote menorquín Juan Huguet. Tenía veintitrés años, cuando lo mataron, el 23 de julio de 1936, en su pueblo natal de Ferreries, donde acababa de celebrar su Primera Misa hacía un mes, el 21 de junio. Un militar le exigió que escupiera el crucifijo que llevaba, amenazándolo de muerte. La respuesta del novel cura fue: «¡Viva Cristo Rey!», recibiendo de inmediato un disparo en la cabeza. El obispo que lo había ordenado sacerdote, monseñor Manuel Irurita, de Barcelona, martirizado también él, le había preguntado, poco antes de ordenarlo, si estaba dispuesto a dar su vida por Jesucristo. El ambiente estaba cargado de odio a la fe. Aquellos jóvenes aprendían en el Seminario a tomar en serio su vocación y a morir perdonando, como el Señor, si llegara el caso, no demasiado improbable.
También recuerdo la historia impresionante de Joaquina Rey Arregui, una de las doce Hijas de la Caridad asesinadas en Valencia en 1936. Sor Joaquina se abalanzó sobre el asesino, tal vez para evitar la violación, y le arrebató el fusil; el Beato José Ruiz, un sacerdote que las acompañaba, también mártir, le dijo: «¡Hermana, que tenemos la corona muy cerca!» Entonces ella dejó el arma, se arrodilló, pidió perdón y fue muerta al instante.
Unos de los objetivos de Benedicto XVI, al trasladar las beatificaciones a las Iglesias locales, fue facilitar el conocimiento y el culto local a los nuevos Beatos. ¿Se está trabajando en esta línea en España? Es llamativo, por ejemplo, que tantos jóvenes desconozcan que, hace sólo unas décadas, hubo aquí una brutal persecución religiosa...
Sí, se está trabajando mucho. La beatificación de 498 mártires españoles, celebrada en Roma el 28 de octubre del año 2007, dio pie para que en las catedrales, parroquias, colegios y otros centros de toda España se hicieran actos de acción de gracias, potenciando todo lo que se había venido haciendo ya desde las primeras beatificaciones celebradas por Juan Pablo II en 1989. Esta Beatificación en el Año de la fe, del próximo día 13 de octubre, será, sin duda, un nuevo paso adelante en el conocimiento de este capítulo tan precioso de nuestra historia contemporánea. Echen un vistazo a la página (www.beatificacion2013.com). En estos años, ha habido congresos y documentales sobre los mártires, y comienzan a rodarse las primeras películas.
¿A qué puede deberse el escaso conocimiento de los mártires del siglo XX? ¿Tal vez a la autocensura de los católicos por miedo a interpretaciones políticas, o a levantar suspicacias entre las personas o instituciones herederas de quienes causaron tanto dolor?
De hecho, la Iglesia prefirió esperar hasta 1989 para beatificar a los primeros mártires del siglo XX en España: las Carmelitas descalzas de Guadalajara, cuando ya habían pasado cincuenta años desde el final de la Guerra Civil, que fue el contexto en el que se agudizó la persecución en España. Hay que ser prudentes para no contribuir a reabrir heridas. Pero el desconocimiento no afecta sólo a España. La gran persecución violenta sufrida por los cristianos de todas las confesiones en el siglo XX en todo el mundo, y en particular en Europa desde 1917 hasta 1989, es una especie de tema tabú que ni siquiera aparece en los libros de Historia. Sin embargo, como muy bien ha escrito el historiador Adriano Roccucci, mientras no se afronte en serio este capítulo de la reciente historia de Europa, no se tendrán las claves para entender en profundidad el curso general de los acontecimientos en nuestro continente y en el mundo.
Cartel oficial de la Beatificación en el Año de la fe
El martirio es un tema muy recurrente en los discursos y homilías del Papa Francisco, que incluso se refiere al martirio como un indicio claro de la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo...
Efectivamente, así es. Por ejemplo, el pasado día 1 de este mes de junio, memoria litúrgica del mártir san Justino, en su meditación matutina, el Papa Francisco recordaba entonces la razón de fondo de todo martirio: el escándalo de la Cruz, en el que se revela el centro del cristianismo: el misterio del Verbo encarnado.
«La Iglesia -decía el Papa- no es una organización cultural, religiosa o social; no es eso. La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios venido en la carne. Ése es el escándalo y por eso perseguían a Jesús».
«Si nos hacemos cristianos razonables, cristianos sociales, sólo de beneficencia -añadía el Santo Padre-, ¿cuál será la consecuencia? Que ya no tendremos mártires». Por el contrario, cuando confesamos que «el Hijo de Dios ha venido y se ha hecho carne, cuando predicamos el escándalo de la Cruz, vendrán las persecuciones, vendrá la Cruz».
Alfa y Omega
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