lunes, 7 de marzo de 2016

La época de San Pedro Poveda y las pioneras católicas en la universidad: lo que el laicismo oculta


La época de San Pedro Poveda y las pioneras católicas en la universidad: lo que el laicismo oculta
Fotograma de la película Poveda donde aparecen las primeras teresianas, pioneras en la promoción de la mujer

   
4 marzo 2016
Ante el estreno de la película Poveda (www.povedalapelicula.com) es adecuado reflexionar sobre lo que su obra tuvo de promoción de la mujer.

Ciertos sectores laicistas tienden a sugerir que históricamente la Iglesia, y más en España, ha dificultado la promoción de la mujer. Los hechos históricos en el caso de San Pedro Poveda y la Institución Teresiana que él fundara van precisamente en dirección contraria.

Más aún, en la época de Pedro Poveda, entre las pioneras de la incorporación al mundo universitario, vemos sobre todo mujeres de robusta fe católica.

En esa época, Pedro Poveda impulsó la promoción de la mujer y varias teresianas rompieron barreras sociales, mientras otras mujeres católicas empezaban a participar en instituciones públicas y culturales que prácticamente habían estado reservadas a los hombres hasta entonces. Hay que tener en cuenta que aún en 1930 sólo un 6% de los universitarios eran mujeres y un 47% de las españolas eran analfabetas. 

En Madrid se pueden visitar dos exposiciones sobre esta época. Una, "Mujeres en vanguardia", en la Residencia de Estudiantes, sobre la Residencia de Señoritas, no dice ni una palabra de la fe de María de Maeztu o María Goyti, y tampoco menciona la Residencia Teresiana de Poveda.  La otra, "Giner de los Ríos: el maestro de la modernidad", tampoco menciona a Poveda y presenta las iniciativas de Giner como si fuesen prácticamente las únicas en promoción de la mujer en esos años. Estas omisiones son las que queremos corregir.

1. Sin miedo a una universidad varonil: Concepción Arenal y María Goyri
En 1841 una mujer entró, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, vistiendo ropas masculinas, ya que entonces la educación universitaria estaba vetada a las mujeres. Fundó en 1859 el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl para ayuda de los pobres. En 1868 es nombrada inspectora de Casas de Corrección de mujeres, hasta 1873. Hablamos de Concepción Arenal (1820-1893), que desarrolló un feminismo íntegramente católico


Concepción Arenal

Por su parte, María Goyri, fue la primera estudiante oficial de Filosofía y Letras. Se licenció en 1896 y se doctoró en 1909. Casada con Menéndez Pidal colaboró científicamente con él. Se sabe que era de misa diaria, y que vivió un catolicismo siempre muy reservado.


María Goyri, la primera española matriculada en Filosofía y Letras, de misa diaria.. aquí con su esposo Ramón Menéndez Pidal en 1926

Ambas tenían claro, a pesar del pensamiento popular en su época, que Dios había creado a la mujer con igual dignidad y capacidad que el hombre para el estudio y la actividad profesional.

2. Poveda fundó la primera residencia femenina de España para la promoción de la mujer: la Residencia Teresiana
Sería en 1914 cuando Poveda fundaría en Madrid la Residencia Teresiana. Un año después se fundaría la Residencia de Señoritas, con el mismo fin pero con distintos medios: sólo aquella sería confesional católica.


Primera generación de Teresianas, la familia eclesial fundada por el Padre Poveda

La importancia de la actividad de Poveda sobre este punto fue tal que el propio José Castillejo, secretario de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) visitaría la Residencia Teresiana e intentaría unir ambas.

La teresiana Mariana Ruiz Vallecilloprimera directora de la Residencia Teresiana, era además paisana de Giner de los Ríos. Carmen Zulueta y Luis de Zulueta, que eran del ambiente de la Institución Libre de Enseñanza, intentarían también sin éxito la unión.

Y es que, frente a la Institución Libre de Enseñanza, Poveda se proponía poner en marcha la Institución Católica de la Enseñanza, que fraguaría en la Institución Teresiana y, a diferencia de aquella, no renunciaría a la confesionalidad católica, por creerla perfectamente compatible con la ciencia.

Los hechos demostraron que llevaba razón. Por ejemplo, la teresiana Mª Angeles Galino (1916-2014), licenciada en Filosofía y Letras, ganó el premio extraordinario de doctorado. Fue becaria del CSIC.


Mª Ángeles Galino, teresiana,
premio extraordinario en Filosofía y Letras


En 1953 ganó por oposición la Cátedra de Historia de la Pedagogía e Historia de la Pedagogía española, con lo que fue la primera catedrática universitaria de España.

La teresiana Carmen Cuesta del Muro (1890-1968) estudió con brillantez en la Escuela Superior del Magisterio de Madrid entre 1911 y 1913, y se doctoró en Derecho en 1928, siendo la primera mujer que alcanzó este grado académico en España. Fue profesora de Pedagogía en la Escuela Normal de Teruel.


Carmen Cuesta, teresiana,
la primera doctora en Derecho en España



Maria Domínguez Astudillo (1895-1985) logró el título de Maestra en 1916 con Premio Extraordinario. Tras obtener el premio extraordinario de Licenciatura en Químicas por la Universidad de Madrid (1941) y el título de Doctora en Ciencias Químicas (1942). Experta en radiobiología, fue la primera teresiana científica del CSIC.


María Domínguez Astudillo, teresiana,
radiobióloga en el CSIC


Julia Ochoa Vicente (1881-1977) fue otra teresiana maestra que se especializó en pedagogía y acabó como científica del CSIC, desde 1941 hasta 1961, en el Instituto San José de Calasanz , encargándose de la Sección de Bibliografía Pedagógica, continuando así la labor de Don Rufino Blanco Sánchez, con quien había trabajado en esta materia durante muchos años.


Julia Ochoa Vicente

3. Promocionando a la mujer desde ambientes no confesionales: María de Maeztu, Rafaela Ortega y otras
Un año después de ponerse en marcha la Residencia Teresiana en Madrid, hoy Colegio Mayor Padre PovedaSantiago Ramón y Cajal, presidente de la JAE propone la creación de la Residencia de Señoritas.

Y no es precisamente que don Santiago, primer premio Nobel español de Medicina, fuese feminista precisamente, a juzgar por su descripción de cómo debía ser la mujer del científico.

«Como mochila en el combate es la mujer… No queda, pues, a nuestro sabio en cierne, como probable y apetecible compañera de glorias y fatigas, más que la señorita hacendosa y económica, dotada de salud física y mental, adornada de optimismo y buen carácter, con instrucción bastante para comprender y alentar al esposo, con la pasión necesaria para creer en él y soñar con la hora del triunfo, que ella disfruta segurísimo. Inclinada a la dicha sencilla y enemiga de la notoriedad y exhibición, cifrará su orgullo en la salud y felicidad del esposo», escribía Ramón y Cajal.

Tampoco eran muy proclives a la promoción femenina personajes tan significados comoManuel Bartolomé Cossío (1857-1935), estrecho colaborador de Francisco Giner de los Ríos en la Institución Libre de Enseñanza, que al conocer que Emilia Pardo Bazán (1851-1921) había conseguido una cátedra le escribiría:

«Mi felicitación, pues ya que a usted le gusta –yo creo que en usted, es de mal gusto- ir a la universidad… Pero, querida Emilia, ¿no cree usted que su gloria, la verdadera, la de usted misma, la que el mundo le reconocerá siempre y en todas partes, sería mucho más gloria sin Consejos, ni academias, ni universidad?».

El mismísimo filósofo español José Ortega y Gasset diría: «En la presencia de la mujer presentimos los varones inmediatamente una criatura que, sobre el nivel perteneciente a la humanidad, es de rango vital algo inferior al nuestro». 


Fotograma de Poveda, la película. 

Pues en ese ambiente María de Maeztu (1881-1948), licenciada y doctora en Filosofía y Letras, fue directora fundadora de la Residencia de Señoritas, en la cualintrodujo la formación espiritual no confesional a través de una estrecha tutoría a las residentes y del denominado “sermón semanal”.

En su obra Historia de la cultura europea dejó escritas cosas tales como: «Sólo la vuelta a la concepción cristiana de las clases puede permitir la coexistencia entre ellas…el origen del mal se remonta a la filosofía medieval nominalista, al final de la Edad Media. Se separó la fe de la razón…Corresponde a la clase burguesa una misión altísima: tiene que servir de enlace, de coordinación entre las otras dos clases. Pero eso no lo conseguirá si no se hace cristiana, católica…Ha surgido el agnosticismo. El hombre ha dejado de creer primero en Dios, luego en sí mismo, después en todo lo creado… Y así la interpretación económica de la historia está cediendo el puesto al viejo imperativo de sed perfectos como nuestro Padre celestial que nos ordena la realización en la Tierra de todos los valores, de todos, y no sólo de los económicos».

Colaboradora estrecha en la labor de dirección fue la también católicaferviente Rafaela Ortega y Gasset, hermana del famoso filósofo. Cuenta Mercedes Montero (aquí) que "Rafaela fue vecina de unos de los pisos que ocupó la Residencia Teresiana en sus comienzos y que colaboró con generosidad. Del mismo modo, Rafaela trabajó sin cortapisas con María de Maeztu, no de forma oficial pero sí de manera regu­lar. Y resulta igualmente llamativo que la familia Ortega Munilla, padres de Rafaela, prestaran su propia biblioteca a las alumnas de la Residencia Teresiana y que mantuvieran buena amistad, tanto con las chicas y las profesoras, como con Pedro Poveda".


María de Maeztu 

Sabemos por una de las estudiantes, Matilde Landa Vaz, que estaba sin bautizar y era hija de un masón casado sólo por lo civil y líder republicano en Badajoz, que en la Residencia de Señoritas, tan aconfesional, casi todas las chicas iban a misa en los años 20. Escribe escandalizada a sus hermanas en 1923: "Lo más desagradable que tiene la Resi es ese falso clericalismo que han metido aquí; quitando 5 chicas, todas las demás van a misa, comulgan, etc., con la directora a la cabeza. ¡El Sr. Cossío se quedó asombrado cuando le conté que María de Maeztu iba a misa!

(El autor, Alfonso V. Carrascosa, es científico del CSIC y forma parte de su Comisión Mujeres y Ciencia. Las opiniones y creencias vertidas en este texto no tienen por qué interpretarse como las oficiales de ambas instituciones)

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