Es indiscutible el placer que proporciona participar, de alguna u otra forma, del descubrimiento de un tesoro. El placer más intenso, que duda cabe, lo experimenta el descubridor. Pero no es despreciable el disfrute de aquél ante el que se exhibe por primera vez aquella joya que permaneció oculta durante siglos. Para un amante del teatro, si el tesoro es de palabras, y las palabras escritas por nada menos que Lope de Vega, el deleite está asegurado. Mujeres y criados está hasta el domingo, 24 de mayo, en el Teatro Español de Madrid. Reseña de Antonio Díaz Narváez en http://hoyenlacity.com/mujeres-y-criados-descubriendo-un-tesoro/
Sobre todo si podemos constatar que no se trata, ni mucho menos, de una obra menor de Lope, sino de una obra escrita en uno de los periodos de mayor fecundidad creativa del Fénix de los Ingenios: Fuenteovejuna, La dama boba, El perro del hortelano o Peribáñez y el Comendador de Ocaña surgen de la pluma del madrileño en torno a la fecha (1613-1614) en la que escribe Mujeres y criados, rescatada de un manuscrito olvidado en la Biblioteca Nacional por Alejandro García Reidy y devuelto a la vida con maestría de la mano de Lawrence Boswel y Rodrigo Arribas sobre las tablas delTeatro Español.
La pieza es sencillamente deliciosa. Una ágil comedia de enredo en la que se subvierten las jerarquías sociales y mujeres y criados se convierten en protagonistas y burladores de nobles y patriarcas. Así, en el Madrid del siglo XVII dos hermanas, Luciana y Violante, emparejadas secretamente con el camarero y el secretario del conde Próspero, se las han de ver con las pretensiones amorosas del mismísimo conde y de un rico botarate. Las ingeniosas maquinaciones de las hermanas desembocarán en situaciones hilarantes dominadas por la confusión de identidades, el engaño y el descaro.
Y si deliciosa es la pieza no menos delicioso es el montaje que podemos disfrutar en el Teatro Español. Empezando por una sobria escenografía de Karmen Abarca que ayuda a poner de relieve el juego de entradas y salidas, escondites y burlas (en una obra en que desde nuestra mentalidad actual no puede dejar de hacernos sentir un cierto aroma de vodevil). Y terminando por el soberbio trabajo de los actores, auténticos puntales de esta función. Maravillosas y llenas de matices Lucía Quintana y Ana Villa encarnando a las hermanas. Hilarante Jesús Teyssieres en papel del rículo pretendiente don Pedro. Rebosando tablas y saber estar en el escenario Jesús Fuente y Mario Vedoya en los papeles de padres de las hermanas y del rico pretendiente, respectivamente. Llenos de gracia y ritmo Alejandra Mayo, José Ramón Iglesias, Jorge Gurpegui y Emilio Buale dando vida a los criados. Magníficos en el los papeles del conde y los enamorados Pablo Próspero, Javier Collado y Julio Hidalgo. En definitiva, un espectáculo a la altura del tesoro recién descubierto.
Y una última reflexión. Lope conseguía con obras como éstas atraer a las masas populares al teatro. Gentes de todas las clases sociales se agolpaban en los corrales de comedia para disfrutar de funciones que encumbraron a su autor a la fama. El teatro era un entretenimiento de masas con altos índices de audiencia…¡Pero qué delicia de entretenimiento! ¡Qué esmero en cada verso! ¡Qué habilidad para elevar el nivel cultural de masas en buena parte analfabetas! Y ante eso no podemos dejar de preguntarnos, con una población mucho más formada, con unos medios tecnológicos prodigiosos, con siglos de experiencia de ventaja sobre el teatro de Lope, ¿qué tipo de entretenimiento se ofrece a las audiencias masivas? ¿Qué clase de espectáculo se demanda? ¿Qué ventajas fiscales se reciben por seguir poniendo tesoros a disposición de un público ávido de deleites a un tiempo populares y de altura?
Antonio Díaz Narváez / Hoyenlacity.com
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