U2 acaba de sacar un nuevo disco, lleno de canciones con alma, con horizonte; un horizonte, por decirlo así, cristiano.
Bono, cantante de U2 Lo canta Bono en No line on the horizon, nada más comenzar su nuevo trabajo: Una vez conocí una chica que decía: «El infinito es un buen lugar para empezar». Y es que, si algo se puede decir de la música de U2 es que parte de un lugar que muchos calificarían como optimista, y que no nace sino de la esperanza cristiana que está en el origen biográfico de sus miembros. ¿Sería posible imaginarse a un grupo de éxito sacando ideas del cantoral religioso para componer uno de sus temas? Es lo que hace la banda irlandesa en White as snow, en la que utilizan un antiguo himno de Adviento, Ven, oh, Emmanuel, datado en torno al año 1100: «Una vez supe que había un amor divino,/ llegó un momento en que pensé que no me conocía./ ¿Quién puede perdonar cuando no hay perdón?/ Sólo el cordero blanco como la nieve».Cuando la mayoría de los productos-pop apenas saben balbucear dos o tres clichés uno detrás de otro, llama la atención encontrarse con una estrella que tiene inquietudes religiosas más allá de los topicazos new age. «En el centro de todas las religiones -afirma Bono-, está que el mal que haces vuelve a ti. Con Cristo llega la gracia, que acaba con todo esto. Yo me acojo a que Jesús tomó mis pecados sobre la Cruz. Cristo tomó nuestros pecados para que no nos reboten. No son nuestras buenas obras las que nos abren el cielo». Aquí resuenan las mejores frases del disco, las que hablan sobre el amor, en Magnificent y Moment of surrender: «No se trata de si creo en el amor,/ sino si el amor cree en mí. Sólo el amor puede dejar huella,/ sólo el amor puede curar una cicatriz,/ sólo el amor une nuestros corazones». Así, desde este lugar en el infinito, habla una música para escuchar, pero que también invita a creer.
Bono, cantante de U2 Lo canta Bono en No line on the horizon, nada más comenzar su nuevo trabajo: Una vez conocí una chica que decía: «El infinito es un buen lugar para empezar». Y es que, si algo se puede decir de la música de U2 es que parte de un lugar que muchos calificarían como optimista, y que no nace sino de la esperanza cristiana que está en el origen biográfico de sus miembros. ¿Sería posible imaginarse a un grupo de éxito sacando ideas del cantoral religioso para componer uno de sus temas? Es lo que hace la banda irlandesa en White as snow, en la que utilizan un antiguo himno de Adviento, Ven, oh, Emmanuel, datado en torno al año 1100: «Una vez supe que había un amor divino,/ llegó un momento en que pensé que no me conocía./ ¿Quién puede perdonar cuando no hay perdón?/ Sólo el cordero blanco como la nieve».Cuando la mayoría de los productos-pop apenas saben balbucear dos o tres clichés uno detrás de otro, llama la atención encontrarse con una estrella que tiene inquietudes religiosas más allá de los topicazos new age. «En el centro de todas las religiones -afirma Bono-, está que el mal que haces vuelve a ti. Con Cristo llega la gracia, que acaba con todo esto. Yo me acojo a que Jesús tomó mis pecados sobre la Cruz. Cristo tomó nuestros pecados para que no nos reboten. No son nuestras buenas obras las que nos abren el cielo». Aquí resuenan las mejores frases del disco, las que hablan sobre el amor, en Magnificent y Moment of surrender: «No se trata de si creo en el amor,/ sino si el amor cree en mí. Sólo el amor puede dejar huella,/ sólo el amor puede curar una cicatriz,/ sólo el amor une nuestros corazones». Así, desde este lugar en el infinito, habla una música para escuchar, pero que también invita a creer.
Por Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo en Alfa y Omega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario