jueves, 31 de mayo de 2012

El Encuentro Mundial convocado por el Papa arranca con una reflexión sobre el trabajo y la fiesta

El VII Encuentro Mundial de las Familias que se celebra en Milán ya ha echado a andar. La primera jornada de este ágora al que se espera que acudan hasta un millón de personas transcurrió entre los correteos de los muchos niños presentes y las intervenciones de los expertos que trataron de analizar cuál es hoy la situación de la institución familiar. Los tres días grandes del encuentro comenzarán mañana cuando Benedicto XVI aterrice en la capital lombarda.
Familias y voluntarios asisten a la misa inaugural del congreso en la catedral milanesa
Dentro de este evento se celebra un Congreso Internacional Teológico Pastoral en el que participan 111 ponentes de 27 países diferentes ante unos 6.000 asistentes. Una de las conferencias de ayer más señaladas fue la del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. El purpurado, probablemente uno de los oradores más brillantes de la Curia, habló de la casa como símbolo de la existencia de cada familia. Los pilares de esta vivienda están representados por el padre y la madre, quienes en el matrimonio «funden sus propias vidas con amor y pasión hasta ser una sola carne, sola como lo es maravillosamente la carne de un hijo».

Con la procreación, apuntó Ravasi, el hombre y la mujer logran acercarse a Dios, «que es el Creador de toda vida». En su recorrido por la imagen de la casa, el cardenal señaló que las paredes estaban representadas por los hijos y, al hablar de las habitaciones, se detuvo en la «habitación de dolor», donde residen los dramas que afligen a la familia.

Este dolor, apuntó el presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, puede estar presente sólo en un cuarto o en toda la casa, pero para conseguir superarlo y tener esperanza las familias sólo pueden mirar hacia una dirección: Dios.

También intervino ayer Luigi Bruni, profesor de economía política en la Universidad Milano-Bicocca, quien lamentó que el capitalismo no haya sido capaz de recompensar el trabajo de quien se esfuerza por cosas que de verdad merecen la pena, como la educación de los niños y la asistencia a las familias. Bruni criticó que en estos tiempos de crisis los Gobiernos estén limitando el tiempo dedicado a la fiesta, lo que significa una renuncia a los momentos que pasamos «con la familia».

Los convocantes y participantes del encuentro no quisieron dejar la oportunidad de mostrar su solidaridad con las víctimas del terremoto que esta semana ha vuelto a golpear la región italiana de Emilia Romaña. Ya se ha puesto en marcha una recogida de fondos en colaboración con la Caritas de la diócesis milanesa. La cercanía a quienes han sufrido el seísmo también será evidente mañana, cuando se celebrará una misa presidida por el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en la que participarán los obispos de las zonas que han sufrido el terremoto.

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