El Santo Padre nos invita a reflexionar acerca de la orientación que damos a nuestra vida.
Queridos jóvenes, no es difícil constatar que en todo joven hay una aspiración a la felicidad, quizás mezclada con un sentimiento de inquietud; una aspiración que sin embargo a menudo la actual sociedad de consumo aprovecha de forma falsa y alienante. Es necesario en cambio valorar seriamente el anhelo a la felicidad que exige una respuesta verdadera y exhaustiva. A vuestra edad se realizan de hecho las primeras grandes elecciones, capaces de orientar la vida hacia el bien o hacia el mal. Por desgracia no son pocos vuestros coetáneos que se dejan atraer por espejismos ilusorios de paraísos artificiales para encontrarse después en una triste soledad.Hay también sin embargo muchos chicos y chicas que quieren transformar, como ha dicho vuestro portavoz, la doctrina en acción para dar un sentido pleno a sus vidas. Os invito a todos a mirar a la experiencia de san Agustín, que decía que el corazón de toda persona está inquieto hasta que no encuentra lo que verdaderamente busca. Y él descubrió que sólo Jesucristo era la respuesta satisfactoria al deseo, suyo y de cada hombre, de una vida feliz, llena de significado y de valor (cfr Confesiones I,1,1).
Texto completo: Mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes en la República Checa (27-9-2009).
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