lunes, 4 de junio de 2012

«Queridas familias, no perdáis el sentido del día del Señor»


El papa denunció ayer que la lógica del máximo beneficio sólo propicia más pobreza en la familia y pidió que se armonice el trabajo y las exigencias familiares para construir una sociedad de rostro humano. Benedicto XVI hizo estas manifestaciones ante más de un millón de personas -según confirmó el portavoz vaticano, Federico Lombardi- procedentes de 153 países, que asistieron en Milán (norte de Italia) a la misa con la que clausuró el VII Encuentro Mundial de las Familias católicas.
"Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano", afirmó el Papa, que exhortó a que se privilegie la lógica del ser respecto a la del tener, "ya que la primera construye y la segunda termina por destruir".
El Santo Padre reiteró una vez más que familia es "la fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer" para seguir el mandato de Dios de "crecer y multiplicaos".
"Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida", subrayó.
Durante la Misa, el Papa invitó a los matrimonios a la procreación "generosa y responsable" y pidió que la sociedad apoye y sostenga a las familias.

Economía deshumanizada

En esa línea, denunció que en las modernas teorías económicas prevalece una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado, pero que la búsqueda del máximo beneficio no contribuye a edificar una sociedad más justa, sino que propicia más desigualdades y pobreza en la familia.
"No es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad más justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente,carrera consumista y pobreza en las familias", aseguró.
En su defensa de la familia, Benedicto XVI señaló también que la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, "como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación".
El papa Ratzinger exhortó a los esposos a cuidad de los hijos "en un mundo dominado por la técnica" y a transmitirles "con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en las debilidades".
A los hijos les pidió que mantengan siempre una relación de afecto profundo hacia los padres y entre los hermanos.

Divorciados vueltos a casar

El Pontífice se refirió también a las parejas separadas y divorciadas y dijo que el Papa y la Iglesia les "sostienen" y abogó para que las diócesis pongan en marcha iniciativas de "acogida y cercanía" para esos católicos divorciados que no pueden comulgar.
En la vigilia que se celebró la noche del sábado en ese mismo lugar, el matrimonio brasileño formado por María Marta y Manoel Angelo Arauj le preguntó al Papa sobre los casos de católicos divorciados y el que no puedan acceder al sacramento de la eucaristía.
Benedicto XVI pidió que se ayude esas personas a soportar el sufrimiento y les aseguró que la Iglesia les ama y no están fuera de ella aunque no puedan comulgar.

Guardar el Día del Señor

Benedicto XVI reivindicó el descanso dominical, señalando que el hombre, en cuanto imagen de Dios, está llamado al descanso y a la fiesta y que el domingo es el día del hombre y de sus valores, de la familia y el de la participación en la Misa.
"Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios", señaló.
A la misa asistieron 60 cardenales, 300 obispos y un millar de sacerdotes. También participó el primer ministro italiano, Mario Monti.
Concluida, el Papa anunció que el próximo Encuentro Mundial de las Familias se celebrará en el año 2015 en Filadelfia. EFE
Benedicto XVI bendice a los fieles tras la eucaristía con la que concluyó el Encuentro Mundial de las Familias en Milán
Benedicto XVI vuelve a Roma con otra cara. Durante tres días ha sentido en Milán el abrazo de una multitud de fieles venidos de más de 150 países y ha podido alejarse del difícil ambiente que, en los últimos tiempos, se vive en la Santa Sede por las filtraciones de documentos confidenciales. En la gigantesca explanada del antiguo aeropuerto de Bresso, a las afueras de Milán, estuvo arropado por el millón de personas que participaron en la misa que puso fin al VII Encuentro Mundial de las Familias.

El ambiente era el de las grandes ocasiones en las que la Iglesia católica muestra su universalidad. Había familias venidas de todos los rincones del mundo, como reflejaba la marea multicolor de banderas, padres con niños de todas las edades, abuelos con sus nietos, sacerdotes, religiosas, 50 purpurados y 300 obispos. Los congregados dedicaron una larga y cálida ovación al Pontífice cuando el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, le agradeció su presencia en el encuentro.

Durante su homilía, el obispo de Roma exaltó el valor de la familia. Dijo que se trata de una vocación «no fácil de vivir» en el mundo de hoy, pero sustentada en el amor, una «realidad maravillosa» y la «única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo». El análisis de Benedicto XVI sobre la institución familiar no desdeñó su mayor fracaso, el divorcio. Como ya había hecho la noche anterior durante la vigilia, tuvo palabras de cariño para los católicos que han visto cómo sus matrimonios acababan en separación. «El Papa y la Iglesia os sostienen en vuestra dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida y cercanía», manifestó.

Concepción utilitarista
Antes de pedir que se haga realidad un «equilibrio armónico» entre la familia, el trabajo y la fiesta, el Pontífice criticó el sistema económico actual, en el que prima la «concepción utilitarista del trabajo». Para lograr el «bien de la familia» y poder construir «una sociedad más justa» se debe rechazar la «lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio», que provoca desigualdades, contaminación medioambiental y una carrera consumista que empobrece a las familias.

Retomando el tema del Encuentro de Milán, «La familia: el trabajo y la fiesta», el Papa analizó este último elemento destacando la necesidad que el hombre tiene del descanso y de la fiesta. «Para nosotros, cristianos, el día festivo es el domingo», recordó, enumerando la triple importancia de esta jornada: «es el día de la Iglesia», «el día del hombre y sus valores» y «el día de la familia». Pese al «ritmo frenético de nuestra época», no hay que olvidar que el domingo es «como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios».

Durante el Ángelus, Benedicto XVI animó a todos a ser solidarios con «las familias que viven mayores dificultades», debido a la «crisis económica y social» o a catástrofes como el reciente terremoto en la región italiana de Emilia Romaña. Concluyó anunciando la sede del próximo EMF, que en 2015 se celebrará en la ciudad estadounidense de Filadelfia. Será la octava edición de este evento que en 2006 tuvo lugar en Valencia.

El recuerdo a las víctimas de los  terremotos en Emilia Romaña ha sido una constante en el VII Encuentro Mundial de las Familias. Esta preocupación tuvo su colofón al finalizar la misa de ayer, cuando monseñor Erminio De Scalzi, obispo auxiliar de Milán, anunció que de las ofertas realizadas al Papa en ocasión de la visita 500.000 euros serán dedicados a las personas más golpeadas por los seísmos.

2.700 familias, dispuestas a evangelizar China
La Feria de Milán recogió ya por la tarde algunos frutos de este Encuentro Mundial de las Familias de la mano del Camino Neocatecumenal: 2.700 familias se ofrecieron para la Nueva Evangelización en China. Mientras Benedicto XVI volaba de nuevo rumbo al Vaticano, el cardenal George Pell, arzobispo de Sídney, presidió el encuentro en el que participaron más de 40.000 personas, familias y jóvenes, en su mayoría. El cardenal de Madrid, Rouco Varela, el arzobispo de Alcalá, Reig Plà, y el obispo de Murcia y Jerez asistieron a la cita. A ellos se unieron obispos de Brasil, Francia y México, entre otros países. Los iniciadores del Camino Nenocatecumenal, Kiko Argüello y Carmen Hernández, acompañados  por el sacerdote Mario Pezzi, fueron los llevaron adelante la predicación, que vivió su momento más álgido en la llamada vocacional. Más de 70 chicos y 100 chicas se mostraron dispuestos a evangelizar en la ciudad asiática, informa Álvaro de Juana.
La Razón

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