Benedicto XVI, pensador de estirpe agustiniana, ofrece una concepción de la familia intensamente ligada a las etapas de la vida. Lugar de acogida en la infancia, sustento durante las fases del crecimiento y permanente escuela en la que se aprende el amor. Desde aquí parte cada uno para formar, a su vez, una nueva familia, dando así continuidad a la vida.
El desafío que viene relanzado por la presente obra, es que el amor se puede aprender. Que se aprende y afianza a lo largo de la vida de cada individuo en el seno de una familia. Así, la sociedad que protege a la familia promueve la armonía social, salvaguarda su propio futuro y favorece la paz entre los hombres.
¿El
amor "se aprende" o simplemente "se siente"? es el interrogante que se
halla en el centro neurálgico de esta obra. Este es el desafío que se
nos propone: el amor no puede identificarse con un mero sentimiento,
aunque ello pueda servir como chispa inicial para crecer hacia una
verdadera entrega.El amor se puede aprender a lo largo de la vida de cada individuo, en el seno de una familia. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, no puede prescindir del amor. Ha sido creado por amor y para amar.
Por ello, la familia es la primera escuela donde se aprende a amar de verdad. Así nos lo presenta el Santo Padre, abriéndonos su corazón al hacer memoria de su propia experiencia vivida en el seno de su familia.
La conclusión es evidente: una sociedad que protege a la familia está promoviendo su verdadero desarrollo, salvaguarda su propio futuro y favorece la paz entre los hombres.
Esta obra ofrece una visión profunda de la familia. Se trata de una obra dirigida tanto a los fieles católicos como a la sociedad en su conjunto
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