domingo, 2 de noviembre de 2008

RECUPERAR LA ALEGRÍA- POR QUÉ LA CONFESIÓN

¿Tengo fe en que Dios me ama?
Es propio del cristianismo el reconocimiento de que Dios nos libra del mal. Por Jesucristo somos liberados del pecado, y por tanto, del dolor y la muerte.
Cuando alguien cree en este inmenso don que Dios nos hace en Jesucristo, se hace hijo suyo. Eso ocurre en el bautismo.
Creer en un Dios que nos ama nos otorga una confianza radical para afrontar la vida.
Porque creo en el amor de Dios, yo también puedo amar, ser misericordioso, perdonarme a mí y a los demás.

Entonces, ¿por qué sigo pecando?
Sin embargo, no todo acaba en la fe y el bautismo, sino que más bien comienza entonces.
La transformación del corazón humano no termina nunca.
Misteriosamente, el mal sigue presente en mi vida. Aun creyendo firmemente en la vida que Dios me ofrece, nunca me amoldo del todo.

¿Cómo recupero la relación con Dios rota por mi parte?
Esta pregunta no debe angustiarme jamás. La angustia es impropia de quien cree en un Dios que es amor.
Toda situación humana, por grave que nos parezca, puede ser perdonada por la misericordia de Dios.
Dios declara inocente al culpable con una única condición: que se reconozca como tal.

¿Cuándo sé que estoy arrepentido?
El arrepentimiento es una actitud interior, que acontece en lo más profundo del hombre, pero se plasma en una serie de manifestaciones:
* Un sincero reconocimiento del pecado cometido.
* La humilde apelación a la misericordia divina.
* El amor que lamenta el mal pasado.
* Una voluntad radical de cambio moral.
* El esfuerzo continuo por cumplir la voluntad de Dios.

La confesión ¿es una obligación o una necesidad humana?
El hombre no es un ser sólo espiritual sino también corporal. Por eso necesita expresar sus sentimientos interiores a través de sus sentidos. El arrepentimiento interior cuando se expresa se hace verdaderamente humano.
La relación con Dios es también una relación interpersonal. Los dos somos personas y nos expresamos como tales. La única diferencia es que a Dios no lo vemos físicamente. Por eso, la relación con él siempre se produce a través de mediaciones, de intermediarios

¿No son más eficaces otros medios para obtener el perdón de Dios?
El mejor modo de que nuestro deseo de cambiar de vida resulte sincero es confesando los pecados.
Existen diferentes formas de expresar ese arrepentimiento. Por ejemplo, lo podemos hacer en la oración. Todo eso está muy bien, pero ha de venir después de algo previo. De no ser así, puede que, en vez de expresar nuestros deseos de vuelta a Dios, lo que manifiesten sea nuestra búsqueda de nosotros mismos.
Para confesarse es preciso creer que Cristo quiso para su Iglesia la existencia de ministros. Estos son los encargados de consagrar la eucaristía y de recibir el deseo de reconciliación de los fieles.

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