viernes, 8 de noviembre de 2013

Tras la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia Cómo repensar la pastoral familiar


En su condición de Consultora del Consejo Pontificio para la Familia, la Directora del Instituto Secular Cruzadas de Santa María, doña Lydia Jiménez, ha participado en la XXI Asamblea Plenaria de este Consejo Pontificio, celebrada con el lema Nuevos horizontes antropológicos y derechos de la familia. Éstas son sus impresiones:
alfayomega.es

El Santo Padre saluda a doña Lydia Jiménez,
tras participar en la Asamblea Plenaria
del Consejo Pontificio para la Familia
Por mis largos años de experiencia como consultora de este Consejo Pontificio, quisiera manifestar el profundo interés que ha despertado un tema tan actual y necesario de abordar en este momento. Esta Asamblea se ha celebrado con el trasfondo de la convocatoria del primer Sínodo del pontificado, que el Papa Francisco ha querido dedicar al tema de la familia, y las sesiones han estado orientadas a aportar reflexiones y materiales de trabajo para ayudar en las próximas tareas sinodales.
En la introducción que nos brindó el Presidente, el arzobispo Vincenzo Paglia, destacó la dimensión espiritual con que debíamos iniciar estos trabajos. Hay que entender la necesidad cada vez más urgente de vivir un espíritu de familia que contrarreste el individualismo feroz de la sociedad actual. Es necesario repensar teológicamente la pastoral familiar y abordar nuevos problemas que han surgido después de la publicación de la Familiaris consortio.
Como ya se puso de manifiesto en el último Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe, en el que participé como auditora, la familia sigue siendo un sujeto imprescindible en esta misión. Todas las aportaciones, no sólo de los ponentes, sino también de los participantes, han puesto de manifiesto el reconocimiento de la familia como sujeto social y la contribución dada por las asociaciones familiares. A mi entender, las reuniones en círculos lingüísticos han sido un acierto y una forma de implicar a todos los participantes. En el grupo de lengua española, el profesor Ollero, desde su condición de jurista, expresó la necesidad de basar la familia en su condición natural. Y el profesor Jouve sintetizó, en cuatro puntos, nuestra condición de seres sociales y seres familiares, que no podemos vivir sin amor, y que la ideología de género es una falacia que atenta contra la condición de naturaleza humana. Ha suscitado particular interés la exposición del Rabino David Rosen sobre los derechos de la familia en la perspectiva del judaísmo.
El colofón de la Plenaria lo marcó el discurso que nos ha regalado el Santo Padre, con afirmaciones claras, rotundas y alentadoras. La familia es una comunidad, no un agregado de personas, y esa comunidad es el motor del mundo y de la Historia. Es en la familia donde el hombre toma conciencia de su propia dignidad. Hoy, cuando prevalece el individualismo, es necesario y urgente reforzar la comunidad familiar. El Papa ha afirmado que la familia se funda sobre el matrimonio, donde se aprende la verdadera donación y donde puede vivirse la santidad, que es donación y fidelidad en el día a día. El amor esponsal y familiar revela claramente la vocación de la persona a amar de modo único y duradero, y las pruebas y sacrificios, y las crisis familiares son etapas para crecer en el bien, en la verdad y en la belleza. Además, incidió en lo ya expuesto en otras ocasiones: la necesidad de atender a los niños y a los ancianos. Presidía la audiencia un bellísimo icono de la Presentación de Jesús en el Templo, que representa a Jesús, María y José, y en el mismo plano, detrás, a los ancianos Simeón y Ana. El título, Su misericordia se extiende de generación en generación, manifiesta que la Iglesia, al cuidar a los niños y ancianos, se convierte en madre de las generaciones de todos los creyentes y, al mismo tiempo, sirve a la sociedad humana con amor, familiaridad y solidaridad.
Habla el Papa
La Buena Noticia de la familia

La familia se basa en el matrimonio. A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos dan testimonio de que el matrimonio, como sacramento, es la base sobre la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su mutua entrega. El amor esponsal y familiar revela también claramente la vocación de la persona a amar de un modo único y para siempre, y que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja y de la misma familia son pasos para crecer en la bondad, la verdad y la belleza. En el matrimonio, nos entregamos por completo, sin cálculos ni reservas, compartiendo todo, ofrendas y sacrificios, confiados en la Providencia de Dios.
La Buena Noticia de la familia es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos con el testimonio de vida, y ya lo hacen; esto es evidente en las sociedades secularizadas: las familias verdaderamente cristianas son reconocidas por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos... El secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia. ¡Por eso, proponemos a todos, con respeto y coraje, la belleza del matrimonio y de la familia iluminada por el Evangelio! Y por eso, nos acercamos con atención y afecto a las familias necesitadas, a las que se ven obligadas a abandonar sus tierras, a las que se han dividido, a las que no tienen casa o trabajo, o están sufriendo por muchas razones; a los cónyuges en crisis y a los que ahora están separados. A todos queremos hacernos cercanos con el anuncio de este Evangelio de la familia, de esta belleza de la familia.
Del Mensaje a la Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia
(25-X-2013)

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