sábado, 8 de junio de 2013

La nueva revolución francesa

Los vigías, epicentro de la movilización por la familia, en Francia

Nace en Francia un movimiento no confesional y espontáneo de jóvenes vigías, que se reúnen por las noches con velas, poesías y cantos, en lugares públicos para manifestar su oposición al llamado matrimonio homosexual con velas, poesías y cantos. Éste es el epicentro de la oposición a la recién aprobada equiparación de las uniones homosexuales al matrimonio
alfayomega.es

Los vigías, en la Plaza de la República,
en Estrasburgo, el pasado 22 de abril
Francia está viviendo una nueva revolución. Y en esta ocasión no está en juego un régimen de gobierno; esta vez el país se juega su misma civilización. El último capítulo se vivió el domingo pasado, cuando se convocó la última Manifestación para todos, en oposición a la llamada Ley de matrimonio homosexual, ya promulgada por el Presidente François Hollande, que incluye la adopción de niños. Según los organizadores, participaron más de un millón de personas; 150.000 según la Prefectura de Policía, que en estas manifestaciones se ha ceñido fielmente a las indicaciones emanadas por el Gobierno de Hollande. Cuando la ley era debatida en el Parlamento, se celebraron en París otras dos grandes manifestaciones (el 13 de enero y el 24 de marzo), que habían batido todos los records de participación.
Se trata de las manifestaciones más imponentes que tienen lugar en la capital francesa, desde las que permitieron salvar la libertad escolar contra el Gobierno socialista de François Mitterrand, en 1984. Según afirmó, al final de la reunión de este domingo, la Presidenta de la organización de la manifestación, Ludovine de la Rochère, laManifestación para todos «constituye el mayor movimiento social que Francia ha experimentado, desde mayo de 1968».
Quien se haya quedado simplemente en las tres imponentes manifestaciones podría pensar que las palabras de la Presidenta son exageradas. Sin embargo, su verdadero significado se podía descubrir, horas después, cuando la noche ya había caído sobre París. Comenzaban entonces las reuniones de jóvenes que, tras encender velas, declamaban poesías o entonaban cantos. Reuniones como las de estos jóvenes se celebraron en otras 110 ciudades de la República francesa y de otras partes del mundo.
Los vigías, fuerza de paz
La primera Vigilia de esta fuerza no violenta e irreprimible tuvo lugar el 16 de abril, en la explanada de Los Inválidos. Se reunieron para protestar por la detención, 24 horas antes, de 67 jóvenes que habían querido organizar unasentada ante la Asamblea Nacional. Alix, de 20 años, una de los 67 detenidos, explica que aquella protesta no tenía ni siquiera altavoces. «Sólo traíamos algunos libros que nos gustaban: queríamos estar juntos, sentados y en paz». A la reacción desmesurada de la policía, esta fuerza no violenta respondió organizando encuentros nocturnos de poesía, cantos, silencio y velas... Nacieron así los veilleurs, que podríamos traducir como vigías. Una semana más tarde, en la noche del voto de la ley, los vigías eran ya unos cinco mil. Se les unieron padres y madres de familia, responsables políticos, así como líderes religiosos o de asociaciones civiles.
Guardianes silenciosos
Algunos son cristianos, musulmanes, o judíos... Otros no son practicantes. No son un movimiento religioso. Como explica Axel, de 25 años, uno de los fundadores, «somos todos guardianes silenciosos de un tesoro que se quiere destruir: la filiación», es decir, el derecho de un ser humano a tener un padre y una madre. Cuando han sido reprimidos o expulsados por la policía, los vigías han respondido con el silencio, o con textos de Víctor Hugo, Dostoyevski, Gandhi o Nelson Mandela.
Conversaciones con los policías y con los críticos
Si bien el movimiento es pacífico, no por eso deja de ser tremendamente subversivo, como explican los mismos jóvenes. Estas Vigilias no son declaradas con antelación a la Prefectura de la Policía. «Una vez, un comisario nos amenazó con un año de cárcel», afirma Axel. «¿Con qué derecho metéis en jaulas a los pájaros?», respondieron los jóvenes citando a Víctor Hugo.
Salvo en algunos casos escandalosos, las fuerzas del orden se han mostrado comprensivos. «Algunos quedan impresionados -añade Alix-. A veces, recitan poemas con nosotros».
En otra ocasión, una persona homosexual que pasaba por el lugar insultó a los jóvenes. Tras hablar con un vigía, que dijo ser también homosexual, aunque contrario a la ley gubernamental, se despidió muy tranquilo.
Así se entiende cómo, en realidad, las tres imponentes manifestaciones de París y de otras ciudades del mundo no son más que la punta de un iceberg. Algo está pasando en Francia. En general, cuando una ley se promulga, los opositores se quedan en sus casas. En Francia, no sólo se siguen llenando las calles, sino que, además, está surgiendo un movimiento juvenil que nadie esperaba.
Para vencer y convencer
En todo caso, los vigías aseguran que seguirán reuniéndose en la noche hasta que el Gobierno retire la ley, y están organizando un verano muy animado. Con este espíritu, han logrado evitar la típica trampa que habían tendido tanto el Gobierno socialista como los medios de comunicación contrarios, que desde la primera manifestación trataron de identificar a los opositores de la ley con grupos extremistas y violentos.
La fuerza de paz de estos jóvenes ha servido para dejar claro a todos -manifestantes, Gobierno, extremistas violentos y medios de comunicación- que en Francia está en juego una cuestión de civilización, el concepto mismo de hombre y mujer. Una guerra así, según los vigías, se afronta con la fuerza del amor y la inteligencia: se vence si se convence...
Jesús Colina. Roma

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