lunes, 17 de marzo de 2014

El descarte del aborto



Una sociedad que reivindica el aborto y la eutanasia como parte de los derechos humanos, está encaminada a un proceso de suicidio espiritual (además de corporal). Parece como si, en el momento presente, experimentásemos en toda su verdad la profecía de Chesterton: «Quitad lo sobrenatural, y no os encontraréis con lo natural, sino con lo antinatural». [Pero] se equivocaría de pleno quien concluyese que la raíz principal del aborto es de tipo ideológico... Obviamente, las ideologías influyen, y mucho; pero es necesario tener en cuenta que, detrás de la ideología de género, del feminismo radical, del pansexualismo, etc., se esconden unas heridas afectivas muy grandes, que son las determinantes en este drama. El problema principal, el problema de fondo, es el vacío existencial al que nos ha conducido el materialismo. Arrastramos un sinfín de heridas afectivas, fruto de la cruda experiencia del egoísmo del prójimo, de la fragilidad del amor humano, de las rupturas familiares, de las depresiones y ansiedades, de la falta de dominio de uno mismo, etc. Éstos son los verdaderos problemas de fondo; mientras que, por lo general, las ideologías no son sino una huida hacia adelante, en la absurda pretensión de justificar la propia desesperación. Desde esta perspectiva, se entiende perfectamente la insistencia del Papa Francisco en que la denuncia de los males morales por parte de la Iglesia, tiene que ir precedida del anuncio del kerigma; es decir, del anuncio de la promesa de felicidad que Dios nos ofrece, así como de una profunda formación.
Detrás de una mujer tentada de abortar, por lo general, se esconde una gran soledad en su maternidad. Hay una incapacidad para afrontar el reto de educar a un hijo, o de mantenerlo y cuidarlo, especialmente cuando se le anuncia que el niño viene con una posible malformación.
Detrás de cada embarazo hay una llamada urgente a salir del individualismo reinante, que hace imposible la acogida y el encuentro del otro, especialmente del más débil y necesitado. Los embarazos complicados pueden suponer un reto, una ocasión para sacar lo mejor de nosotros mismos.
+ José Ignacio Munilla
obispo de San Sebastián
de su Carta El descarte del aborto

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