
Pero… aquí manda la Virgen y es ella la que dice, la que muestra caminos, la que decide si quiere procesión y quien congrega a los fieles. Y vaya si la Santísima Virgen de los Dolores estaba feliz con la iniciativa.
Llover lo que quieran, que un servidor mientras celebraba la misa de las 19:30 observaba cómo la gente entraba con los paraguas empapados. Al acabar la homilía me atreví a decirle: “Madre, tú sabrás lo que deseas, en tus manos estamos”. A las ocho en punto dejó de llover y pudimos realizar todo el recorrido procesional previsto -algo más de una hora- sin una sola gota de agua sobre nuestras cabezas.

Abrían la procesión cruz alzada y cirialesportados por voluntarios. Tras ellos, dos monaguillos con incensario y naveta.Dos filas de fieles a continuación, muchos de ellos portando velas rojas encendidas. Tras esas filas, la Virgen, llevada por cuatro porteadores, que se iban turnando, hombres y mujeres. Miedo nos daba cuántos serían para llevar las andas. Sobraron, tanto que para algunos conseguir llevarla unos metros fue todo un privilegio.

Como pueden imaginar, estamos muy contentos. La Virgen lo quería, la gente ha respondido. Nos ha permitido expresar nuestro cariño a María con una forma clásica y tradicional, de profundo arraigo en el pueblo cristiano, y además dar testimonio ante el barrio de la fe de la Iglesia.
Quiero agradecer a todos los que han hecho posible este acto, y de manera especial al Ayuntamiento de Madrid, que no solo nos ofreció el correspondiente permiso, sino que anoche colaboró en todo momento en el recorrido con numerosos agentes de la policía local que nos acompañaron y nos dieron todo tipo de facilidades.
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