domingo, 25 de abril de 2010

Mensaje del Papa a los jóvenes malteses



El Papa dijo a los jóvenes malteses que “Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores”.
Recordó que la llamada a no tener miedo y que se repite tantas veces en las Escrituras, en el anuncio del Ángel a María, en la invitación de Jesús a Pedro para que sea su discípulo, a Pablo en vísperas de su naufragio, es el mismo para todos aquellos que quieren seguir a Cristo como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos.

“Como cristianos", explicó el Santo Padre, "estamos llamados a manifestar el amor de Dios que incluye a todos. Por eso, hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado; tenemos que ocuparnos especialmente por los que pasan por momentos de dificultad, por los que padecen depresión o ansiedad; debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo que esté en nuestra mano por promover su dignidad y calidad de vida; tendremos que prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de aquellos que buscan asilo en nuestra tierra; tenemos que tender una mano amiga a los creyentes y a los no creyentes. Esta es la noble vocación de amor y servicio que todos nosotros hemos recibido. Que esto os impulse a dedicar vuestra vida a seguir a Cristo”.

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