
Cierta minoría influyente, a la que el ministro no es ajena, pues asiste como ponente a sus congresos, trata de eliminar el cristianismo de la vida social, reduciéndolo a una creencia interior que no debe ser nombrada.
En principio su idea es cambiar las tradiciones, la idea de familia y matrimonio con padre y madre, crear con la educación seres egoístas, materialistas, consumistas, individualistas, subsidiarios de papá estado, que impone leyes sobre quien no debe nacer y cuando, sobre cuando es legal dejar este mundo, para que no seamos una carga a esta sociedad solidariamente democrática.
Con el argumento de que la realidad de España es plural, y que no puede haber simbología religiosa que pueda ofender a otros, en vez de favorecer el mutuo respeto, se pasa a imponer el ateísmo del estado laicista, que no aconfesional de nuestra constitución, a costa de retirar tradiciones como los belenes en los colegios, porque los crucifijos son ya escasos en colegios, municipios y hospitales.
Se busca que la religión sea un tema políticamente incorrecto en el debate social, desprestigiando a los católicos, su jerarquía o comparando todas las religiones como si fueran todos fanáticos, ladrones, dictadores o embaucadores. Saben que la Iglesia en España es la única que se puede oponer a su plan de manipulación de mentes y conciencias, para obtener el poder de manera omnipresente aunque no tengan el gobierno.
De esta manera privamos a las futuras generaciones de la parte espiritual del hombre, para que los futuros estudiantes no sepan el significado de un crucifijo, sean ignorantes de su cultura e historia, y sobre todo tengan dormida su conciencia del bien y del mal, que ya es relativo, para ser carne de cañón a la manipulación de quien gobierne o tenga el dominio de los medios de comunicación y de opinión.
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